1. Conceptos básicos de análisis de datos y su gestión en las HD
Lectura 1 -Pons, Anaclet (2022) Historia digital un campo en busca de identidad. Vegueta. Vol 22 Num 1. https://revistavegueta.ulpgc.es/ojs/index.php/revistavegueta/article/view/683
Anaclet Pons resalta la necesidad de comprender los cambios que producen los procesos digitales en la sociedad, cambios que afectan al modelo epistemológico y las formas de representar el mundo tanto pasado como presente cuestionando la producción de los saberes. Cambios que son visibles en la filología que regresa desde la hermenéutica a una erudicción textual para comprender cómo funcionan los textos.
Acaso la ola digital ahogará la rica campiña labrada por los humanistas? Es la pregunta que plantea Anaclet cuando recoge algunas críticas a esta evolución. La herramienta no simplemente mide sino que también configura la realidad, sin información del contexto y en detrimento de la comprensión la herramienta nos devuelve sólo lo que buscamos y nada más de forma que no nos ofrece una explicación del porqué sino del qué, los resultados pueden ser poco significativos cuando sólo puede preguntarse aquello que puede responder. Con estas críticas, Anaclet nos pone alerta ante la necesidad de ser consciente de sus implicaciones pues ‘investigar sin entender las nuevas tecnologías que sustentan esa investigación es un signo de complacencia’.
Resumen EGA: A continuación se incluye texto original y se ha realizado en base a la referencia bibliográfica que se indica y ha sido realizado con fines exclusivamente académicos.
No se pueden entender nuestras sociedades ni los procesos en los que están envueltas sin prestar atención a los procesos digitales que rigen nuestras vidas y nuestro trabajo. La totalidad de nuestra herencia está mutando a las nuevas formas electrónicas, desmaterializadas, necesitamos comprender urgentemente lo que esto significa, así como los problemas que conlleva.
La etiqueta digital arrastra con ella un determinado modelo epistemológico y unas formas concretas de representar el mundo (presente y pasado). A su vez, eso implica nuevos modelos
de organizar la investigación. Lo digital, por decirlo así, es un enfoque (o tiene un impacto) transversal. La duda es si la ola digital ahogará la rica y variada campiña que tan amorosamente hemos cultivado.
Roberto Busa como referente y pionero, estos estudiosos hallaron en el uso de la informática para el análisis de textos una formidable ayuda y una extensión más o menos natural de sus métodos clásicos. Se trataba de una asistencia mecánica para el trabajo académico.
Las humanidades digitales parten del hecho de que «los cambios trascendentales experimentados en el ámbito digital por nuestras sociedades modifican y cuestionan las condiciones de producción de los saberes», el proceso de digitalización de los libros ha supuesto su remediación, la posibilidad de tratar su contenido como data
Los filólogos se habían decantado hacia una perspectiva hermenéutica. La aparición de los medios digitales ha invertido esa posición, hasta el punto de que su difusión y uso «está obligando a volver a la visión de la filología tradicional, en la que la erudición textual se entendía como el fundamento de todos los aspectos de los estudios literarios y culturales» hay que saber cómo funcionan los textos, esa filología ha pasado a ser el referente fundamental de las humanidades digitales,
La digitalización en data y, permite tratamientos distintos, sobre todo cuantitativos. Cualquier herramienta no es simplemente una ayuda para medir una determinada actividad, sino que configura la realidad que mide. En lugar de la tradicional indagación en las causalidades, la conversión en datos de todo lo que nos rodea nos lleva a buscar y a descubrir pautas y correlaciones en esos datos. Es un modelo predictivo que no ofrece una explicación del porqué, sino sobre todo del qué. Muestra preferencia por la explicación, por las formas, por los patrones y por las estructuras profundas, en detrimento de la comprensión.
Si antes, por ejemplo, los estudiosos del siglo xix trabajaban a partir de un par de cientos de novelas, ahora pueden analizar decenas de miles y, pronto, centenares de miles. «la nueva escala cambia nuestra relación con nuestro objeto, y de hecho cambia el objeto mismo» .
Desde el punto de vista de las críticas, la capacidad de la herramienta determina el método empleado: «tiene a su disposición una increíble potencia de cálculo que puede llamar la atención de los analistas sobre patrones de similitud y diferencia indetectables por el ojo del lector humano. Como los patrones son indetectables, no se sabe de antemano de qué se trata y no se puede comenzar la búsqueda asistida por ordenador (llamada minería de textos) de forma motivada, es decir, dirigida interpretativamente. No se sabe qué se busca ni por qué se busca». A esta primera crítica se añade otra, los proyectos de humanidades digitales ofrecen pocos resultados significativos, «la tecnología exige que se le pregunte sólo lo que puede responder, cambiando las preguntas para ajustarse a sus propias limitaciones.
Diferente cuestión es si la distinción Humanidades-Digitales está o no llamada a desaparecer, en la medida en que ese espectro tecnológico acabe por imponerse y, por tanto, el adjetivo digital, por extendido, carezca ya de sentido. Una primera diferencia sensible, relativa a lo que es una y otra forma de abordar una investigación, sea la «clásica» o la «digital» es el trabajo individual vs el de un grupo.
Vivimos en un mundo electrónico caracterizado por la abundancia y la desmaterialización, los efectos fundamentales tienen que ver con el binomio archivo-documento, pues de allí procede nuestra credibilidad, la búsqueda de texto hace que la investigación esté radicalmente más descontextualizada. Por un lado, porque el motor de búsqueda nos devuelve sólo lo que buscamos, no su contexto. Y nos limita a encontrar solo lo que buscamos y nada mas.
«aunque la computación pueda proporcionar un apoyo importante a un argumento histórico, rara vez ofrece la complejidad de la explicación que buscan los historiadores». Ello porque
«pocas cuestiones históricas significativas pueden reducirse únicamente a una respuesta cuantitativa.
No se pueden entender sin prestar atención a los procesos digitales que rigen nuestras vidas y nuestro trabajo. Debemos ser conscientes de sus implicaciones. Porque, en todo caso, investigar sin entender las nuevas tecnologías que sustentan esa investigación es un signo de complacencia.